lunes, 2 de noviembre de 2015

El teatro de la vida


¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?


Fragmento de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla


Historias de amores imposibles han sido, son y serán el gran recurso inspirador para todas las artes y el leitmotiv por excelencia del ser humano. Cierto que no siempre han de ser "imposibles", pero no cabe duda que las relaciones amorosas y sentimentales no están exentas de dificultades y de un alto grado de fracasos, pero eso no es motivo para que renunciemos a encontrar ese amor que cambiará nuestras vidas. 
Ya lo he mencionado en diferentes publicaciones, el camino de la vida no siempre transcurre por hermosos parajes en días resplandecientes, es una sucesión de días despejados y de días nublados, incluso algunos tormentosos, pero es la suma de todos esos momentos los que nos permiten afirmar que estamos viviendo.

"sólo tengo un corazón para perder"

No es que Don Juan Tenorio sea el paladín de la virtud, de la honorabilidad y de la caballerosidad, diríamos más bien que era un seductor nato, manipulador y algo canalla, pero esos aspectos de su personalidad no impiden que se enamore de Doña Inés. Un amor correspondido y que sume en un final trágico a ambos personajes, algo nada deseable para la vida real. Aún así, lo que quisiera destacar es el hecho de que Don Juan, a pesar de ser como era, se enamoró y se enamoró de alguien mucho mejor que él, alguien hermoso, puro, inocente, quizás de alguien que era todo lo contrario de lo que él era. Puede ser que viera en ella la belleza absoluta, que lo reconciliara con el mundo, con la parte humana más noble y que le provocara descubrir su mejor versión de la mano de ella. 
Los habemos que estamos perdidos, que no terminamos de encontrar el camino correcto, que hemos perdido muchas de nuestras virtudes y bondades, y que, al encontrarnos con esa persona a la que le entregamos nuestro corazón anhelamos una vida mejor. Pero como don Juan, a veces huimos, de nosotros mismos, de nuestros errores, pero eso no significa que dejemos de amar a quien entregamos nuestro corazón, al fin y al cabo solo tenemos uno.